«Seis o siete meses más tarde, recibí desde Rumanía una tarjeta postal en la que se veía a una rolliza dama de amplio escote: «Todavía vivo; como mamaliga, bebo vodka, trabajo en pozos petrolíferos, sucio, hediondo, cual rata de albañal. ¡No importa! En estos lugares se halla cuanto el corazón y el estómago puedan exigir. Un verdadero paraíso para un hombre de mi índole. Ya me entiendes, patrón: buena vida, gallina en el puchero, una pollita, además. ¡Dios sea loado! Te abraza cordialmente Alexis Zorbesco, rata de albañal»».
Alexis Zorba el griego, Nikos Kazantzakis , 1946